martes, 8 de abril de 2008

Carta A Don Simon Rodriguez!

Pativilca, 19 de enero de 1924


Al Señor Don Simón Rodriguez


¡Oh mi Maestro!¡Oh mi amigo! ¡Oh, m Robinson, Ud. en Colombia! ud. en Bogotá, y nada me ha dicho, nada me ha escrito. Sin duda es Ud. el hombre más extraordinario del mundo; podría Ud.merecer otros epítetos pero no quiero darlos por no ser descortes al saludar a n huésped que viene del Viejo Mundo a visitar el nuevo; sí, a visitar su patria que ya no conoce, que tenía olvidada, no en su corazón si no en si memoria.
Nadie más que yo sabwe lo que usted quiere a nuestra adorada Colombía.
¿Se acuerda usted cuando fuimos juntos al Monte Sacro en rom a jurar sobre aquella tierra santa la libertad de la patria? Ciertamente no habrá Ud. olvidado alquel dia de eterna gloria para nosotros; día que anticipó, por decirlo así, un juramento ptofético a lam isma esperanza que no debíamos tener.


Ud., Maestro mío, cuánto debe haberme comtemplad de cerca aunque colocado a tan remota distancia. Con qué avidez habrá seguido Ud. mis pasos, estos pasas dirigidos muy anticipadamente por Ud. mismo. Ud formó mi corazó para la libertad, para la justicia, para lo grande, para lo hermoso. Yo he seguido el sendero que Ud. fue mi piloto aunque sentado dobre una de las playas de Europa. No puede ested figurarse cuán hondamente se han grabado en mi corazón las lecciones que Ud, me ha dado; no he podido jamas borrar siquiera una coma de las grandes sentencias que Ud. me ha regalado. Siempre presentes a mis ojosintelectuales las he seguido como guías infalibles. En fin, Ud. ha visto mi conducta; Ud. ha visto mis pensamientos escritos, mi alma pintada en el papel, y Ud. no habra dejado de decirse: todo esto es mio, yo sembre esta planta yo la regué, yo la enderecé tierna, ahora robusta, fuerte y fructifera, he aquí sus frutos; ellos son míos, yo voy a soborearlos en el jardín que palnté; voy a gozar de la sombre de sis brazos amigos, porque mi derecho es imprescriptible, pribitivo a todo.

Sí, mi amigo querio, ud. esta con nosotros; mil veces dichosos el día en que Ud. pido las playas de Colombía. Un sabio, un judyo más,corona la frente de la erguida cabeza de colombia. Yo desespero por saber que designios, qué destinos tiene usted; sobre todo mi impaciencia es mortal no pudiendo estrechrle en mis brazos: ya que no puedo yo vlar hacia Ud. hágalo Ud. hacia mí; no perdera Ud. nada, comtemplará Ud. con encanto la inmensa patria que tiene, labrda en la roca del despotismopor el buril victorioso de los libertadores, de los hermanos de Ud. no se saciará la vista de Ud. delante de los cuadros, de los colosos, de los tesoros, de los secretos, de los prodigios que encierra y abarca esta soberbia Colombía.
Venga Ud. al chimborozo; profane ud. con su planta atrevida la escala de los titanes, la corona de la tierra, la almena inexpugnable del Universo nuevo. Desde tanta alto tenrá Ud. la vista; y al observar el cielo uy la tierra, admirando el paso de la creacion terrena, podra decir4: dos eternidades me contempla: la pasada y la q viene; y este torno de la naturaleza, idéntico a su autor, será tan duradero, indestructible y eterno como el Padre del Universo.

¿Desde dondé, pues, podrá decir ud. otro tanto tn erguidamente?
Amigo de la naturaleza, venga Ud. a preguntarle su edad, su vida, y su esencia primitiva; ud. no ha visto en ese mundo caduco más que las reliquiasy los desechos de la próvida Madre: allá está encorvada con el peso de los años, de las enfermedades y del hálito pestífero de los hombres; aquí esta doncella, inmaculada, hermosa, adornada por la mano misma del Creador. No, el tacto profano del hombre todavia no ha marchitado sus divinos atractivos, sus gracias maravillosas, sus virtudes intactas.

Amigo, si tan irresistibles atractivos no impulsaran a Ud. a un vuelo rápido hacia mí ocurré a un apetito más fuerte: la amistad invoco.

Presente Ud. esta carta al Vicepresidente, pídale Ud. dinero de mi parte,y venga d. a encontrarme.



Bolivar

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